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ARAL Digital.- La Confederación de Organizaciones empresariales del Sector Cárnico de España (Confecarne) ha manifestado el malestar de la industria cárnica de nuestro país por la decisión final de la Comisión Europea de limitar la reutilización de Proteínas Animales Transformadas (PAPs) de porcino y avicultura para su uso en la acuicultura, retrasando así por el momento su utilización en la alimentación de cerdos y aves, a pesar del apoyo del Gobierno de España y del conjunto del sector cárnico.
La tramitación de dicho Reglamento de la Comisión estaba destinada inicialmente a reautorizar el uso de harinas de porcino y de aves en la alimentación de no rumiantes, respetando el principio de no canibalismo, tal y como lleva años reclamando el sector cárnico español, con el apoyo de la Administración española, de modo que se combinasen los más altos niveles de seguridad para los consumidores con los legítimos intereses sectoriales de toda la cadena de producción de carnes.
Este previsible retraso certifica la lentitud y falta de interés de algunos estados miembros para adaptar los métodos analíticos de detección de la especie animal en sus laboratorios nacionales de referencia, y perjudica a España, como exportador de carnes a nivel mundial, ya que debe competir con países terceros que sí emplean estas proteínas en la alimentación animal, abaratando sus costes de producción.
Esta actitud tiene como consecuencia lamentable el que se continúen desperdiciando miles de toneladas de proteínas de calidad como componente proteico de los piensos, con el importante déficit que arrastra la Unión Europea de esta materia prima, sin evaluar los importantes costes económicos y los efectos medioambientales que supone el tener que abastecerse con proteína vegetal importada de terceros países. Con la reutilización de las PATs en la alimentación de no rumiantes, disminuiría la demanda de importación de soja, contribuyendo a equilibrar la deficitaria balanza comercial de la UE en este capítulo.
Por otro lado, la utilización de harinas en lugar de cereales (maíz) permitiría reorientar la producción de buena parte de éstos hacia la alimentación humana, muy necesitada en determinadas zonas del planeta de este alimento básico. En este sentido, en el seno de Naciones Unidas ya se hizo una reflexión sobre esta cuestión, señalando la falta de ética que supone tirar unas harinas que se podrían usar perfectamente para la alimentación animal, en la que se están utilizando cereales, mientras que hay problemas de hambre y desnutrición en buena parte del mundo.