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La compañía belga Interbrew podría perder de 750 a 1.000 millones de euros (de 125.000 a 166.386 millones de pesetas) si no se lleva su proyecto de fusión con la cervecera británica Bass Brewers y se ve obligada a desprenderse de ella, tal y como le impuso ayer el Gobierno británico, tras los informes emitidos por los dos organismos británicos reguladores de la competencia. Interbrew anunció el pasado mes de junio la compra del negocio cervecero del grupo Bass por 2.300 millones de libras (alrededor de 600.000 millones de pesetas). Esta operación convirtió a la compañía belga en el segundo grupo mundial del sector, tras la americana Anheuser-Busch, y en la primera de Europa por delante de Heineken. La Comisión Europea remitió el pasado mes de agosto el análisis del proyecto de concentración a las autoridades británicas, al considerar que la compra sólo afectaba a la competencia en este país. Interbrew estudia ahora pedir una revisión judicial o la negociación con el ejecutivo británico de una posible salida a la decisión adoptada.