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Aral Digital.- La Federación Española de Bebidas Espirituosas, FEBE, registró durante el ejercicio de 2006 una facturación de 7.600 millones de euros para un total de 240 millones de litros. Estos datos los ha dado a conocer hoy, 4 de julio, Jaime Gil Robles, director ejecutivo de la entidad, quien se incorporó a la misma hace dos años, cuyo objetivo ha sido desde entonces hacer del sector un mercado más transparente, teniendo en cuenta la pluralidad de productos y categorías que alberga.
Los dos ejes sobre los que trabaja la Federación son encontrar un marco en el que puedan trabajar las empresas asociadas por la calidad y la innovación y promocionar la responsabilidad activa del sector.
En nuestro país, se producen 158 millones de litros de bebidas espirituosas, siendo el brandy el que alcanza mayores dígitos y que representa el mayor grueso con un 40%. A su vez, las bebidas espirituosas suponen el 0,12% del PIB. “Se trata de un sector multiplicador, ya que deriva hacia muchas líneas”.
Jaime Gil Robles apunta, “el 80% de nuestros productos se vende a la hostelería. En España existen 308.000 puntos de venta. Éste es el primer valor que podemos destacar de este sector. El segundo que se genera es en la agricultura, por su implicación por la destilación”.
FEBE congrega hoy a 130 asociados procedentes de diferentes puntos geográficos de nuestro país, pero supone el 24% del consumo, mientras que el vino es el 33% y la cerveza el 43%.
Para Jaime Gil Robles, “España es un país marquista. La clientela es cada vez más exigente y busca productos con mayor valor añadido. Es cierto que se están produciendo caídas anuales de un 1%, pero se compensa con la búsqueda de esa calidad”.
Respecto al canal de distribución, “entendemos que la venta a la gran distribución está regulada y a través de este canal, igual que a través del de hostelería, queremos dar a conocer al consumidor, nuestra página web, en la que podrá informarse sobre el consumo responsable. Además, vamos a lanzar una campaña de consumo de responsabilidad individual, porque el producto no tiene la culpa, pero sí el consumidor. Hay que recordarle que depende de él, y queremos reforzar la idea de que sigue teniendo esa responsabilidad”.