Opinión

“La economía social y un nuevo modelo de desarrollo”

La opinión de Anwar Zibaoui. Coordinador General de ASCAME
Anwar Zibaoui es coordinador general de Ascame.
Anwar Zibaoui es coordinador general de Ascame.

La pandemia de Covid-19 ha revelado muchas grietas en nuestras sociedades, haciendo que afloren problemas políticos, económicos y sociales comunes en todo el mundo. Por una parte, el sistema capitalista está en crisis. Es el mismo sistema que en el pasado ayudó a la liberación del dominio de los regímenes feudales y desarrolló la productividad. No obstante, se han ido perdiendo las normas y reglas éticas para conseguir ganancias inmediatas por codicia y visión a corto plazo. Por otra, también hay una crisis social. Las instituciones del contrato social que habían logrado durante décadas el equilibrio y poner los cimientos de sociedades modernas y regímenes democráticos están en peligro. El sistema que proponía solidaridad e igualdad se ha degenerado.

Por ello hoy debemos emprender importantes reformas y transiciones para que la inclusión, la justicia, la sostenibilidad y la igualdad sean los cimientos de un nuevo modelo de desarrollo. Ante esta situación, la economía social aporta soluciones para hacer frente a la crisis con un cambio de perspectiva.

La economía social es ya una parte fundamental del sector privado y contribuye al desarrollo sostenible y la competitividad. Es un actor empresarial de primer nivel que dinamiza las economías de países como España, Francia o Portugal. En la Unión Europea genera el 8% del PIB y representa el 10% del total de las empresas. En los países ribereños del Mediterráneo tiene un alto impacto socio-económico con más de 3,2 millones de empresas de economía social que generan 15 millones de empleos.

La economía social es ya una parte fundamental del sector privado

La prosperidad es interdependiente de la inclusión y la sostenibilidad. Y es que ningún emprendimiento es sostenible si no incorpora y refleja la sociedad. La economía social es un sector vibrante de la economía y fomenta sociedades sostenibles e inclusivas, junto con empleo y crecimiento, pero necesita ecosistemas adaptados y propicios para prosperar.

El Mediterráneo se enfrenta a un serio desafío demográfico y precisa crear seis veces más empleos que los disponibles actualmente. Con un desempleo juvenil del 35%, un 45% en las mujeres, la situación es bastante peligrosa en algunos países. Tener un ecosistema empresarial sano, inclusivo y sostenible, produciría prosperidad y canalizaría todo ese potencial.

En Europa, la economía social engloba una pluralidad de empresas y entidades consolidadas con éxito que aportan empleos, cohesión social y son un factor clave en la implementación de la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible. Por ello, el Mediterráneo precisa potenciar estos valores y modelos empresariales, establecer un marco legislativo que les permita operar a nivel regional, y apoyar su crecimiento y el acceso a la financiación para que puedan contribuir al desarrollo socioeconómico de la región.

Se necesita una acción coordinada y seria para crear economías inclusivas y empleo juvenil. Además, se debe facilitar el camino al sector privado y una mayor inversión pública en infraestructuras, sanidad y educación, que proporcione las herramientas requeridas. Hace falta un proyecto que dé alternativas para acomodar la enorme energía de la juventud y de las mujeres, opciones que mejoren su representación dentro del gobierno de las organizaciones, y usar esa energía para la reconstrucción económica y social.

Es posible favorecer el proceso de innovación y experimentación, además de la colaboración entre todos los actores del mercado, incluso en sectores de actividad no conectados a la economía social. La clave para ello es reconocer el valor agregado de las organizaciones de economía social, mejorar su capacidad de informar de las dimensiones sociales y económicas de sus acciones, y utilizar ese potencial para combatir el desempleo.

Los bancos tradicionales podrían mejorar sus prácticas de evaluación de riesgos para estimar con mayor precisión el riesgo asociado en préstamos a organizaciones de economía social, crear instrumentos financieros adecuados para estas organizaciones, y aumentar la participación mediante fondos de garantía dedicados. También sería adecuado animar a los actores de la economía social a movilizar sus propios recursos financieros creando fondos mutualistas. El objetivo es apoyar el emprendimiento social y las empresas sociales.

La economía social debe formar parte de un nuevo modelo de desarrollo económico, que englobe también una revolución digital, verde y azul, para lograr un sistema justo, igualitario e inclusivo que pueda satisfacer las expectativas sociales y reducir la brecha de injusticia. La lucha contra la desigualdad y la pobreza debe estar en el centro de este gran desafío.

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