Revista
Al hilo de la noticia del levantamiento de las restricciones en muchos puntos del país, hace unos días me encontré en medio de esta conversación. Uno de los participantes afirmaba que se había acostumbrado a no llegar tarde a casa, a cenar pronto, tomarse una copa -si era el caso- en el mismo sitio de la cena y regresar no más allá de la medianoche. Otro replicaba que él se tomaba las copas en casa. Y un tercero aseveraba que no había dejado de salir en este tiempo, con toda la prudencia del mundo y que, además, esperaba este momento como un niño a los Reyes Magos. Y yo, en medio, pensaba en la ya tan manida reflexión de “cuánto nos ha cambiado la Covid, si nos hubieran contado esto hace dos años, etc, etc”.
Lo cierto es que todos nos podemos sentir identificados con alguna de estas reflexiones o con todas a la vez. Porque esto ha sido cuestión de fases. Y en medio de tanta incertidumbre, los hábitos han ido cambiando y algunos instalándose cómodamente en nuestras vidas: el aperitivo, el “tardeo”, las cenas en horario europeo, el crecimiento exponencial del comercio online (¡ya no hay barreras!), el delivery…
“Predecir cómo se comportará el mercado es un deporte de alto riesgo en esta época”
Y en medio de la tormenta, una decisión importante: ¿nadamos o guardamos la ropa? Porque en época de crisis la tendencia natural es proteger el centro del negocio, aquello que, sí o sí, es imprescindible para la empresa. Pero ¿y si, con ello, estás perdiendo alguna oportunidad y esto genera consecuencias en el medio y largo plazo?
Porque apostar por el delivery ha sido cuestión de supervivencia para algunos hosteleros. Otros no tenían los medios. Adaptarse a los nuevos horarios, adelantando los servicios hasta a las 19.30, rotando más los turnos, ampliando la capacidad de servicio, ha sido una obligación.
Para el Retail, avanzar en un año en el desarrollo del comercio online lo que estaba previsto en los próximos cinco años no ha sido opcional.
A esto se le suma que vivimos una época de contrastes: los consumidores buscan precio, pero a la vez apuesta por lo premium; un estilo de vida saludable, pero con indulgencia; una experiencia diferente en cualquier lugar, una que se pueda compartir, eso sí.
Nosotros, en Coca-Cola, lo tenemos claro: nuestro centro es el cliente, el consumidor. Por eso utilizamos todos nuestros recursos para escucharlos y para dar la respuesta a las expectativas del mercado de la forma más ágil posible. Proteger el “core”, por supuesto, pero sin olvidar la innovación, no solo en nuevos productos, también entrando en nuevas categorías como recientemente en café, con Costa Coffee o en Hard Seltzer, con Topochico. Y también innovando en los canales de venta: ayudando a nuestros clientes a desarrollar su presencia digital, el e-commerce, el delivery. O apoyándoles para que saquen el máximo provecho al aperitivo o al tardeo.
No sabemos cuántas de esas tendencias, que yo no parecen tendencias, se quedarán. Predecir cómo se comportará el mercado es un deporte de alto riesgo en esta época. Lo que está claro es que ocurra lo que ocurra, tenemos que estar preparados y con una mentalidad de flexibilidad y adaptación, una que, por cierto, también hemos aprendido a la fuerza durante estos meses. Quién nos lo iba a contar hace dos años…