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La alimentación tiene un papel protagonista en nuestra vida, no sólo por el hecho de ser una necesidad básica, sino también por su capacidad para generar empleo, vertebrar el territorio y cuidar de la salud de las personas y los ecosistemas. Por su naturaleza multisectorial, multidimensional y multiactor, la alimentación sostenible es un elemento clave para abordar todos los Objetivos de Desarrollo Sostenible que nos hemos marcado como sociedad. Impulsar su potencial transformador requiere, no obstante, afrontar retos urgentes y de gran calado sin perder de vista que su acceso universal es un derecho humano que debe ser asegurado.
Hace muy poco conocimos la magnitud real de la inseguridad alimentaria en el estudio Alimentando un Futuro Sostenible: más de 6 millones de personas en España no tienen acceso a una alimentación digna. Una terrible problemática que muy probablemente se agravará debido al contexto actual de crisis y de aumento de los precios de los alimentos. Una crisis que también afecta al otro lado de la cadena, a los pequeños productores cuyos costes de producción y distribución se han disparado, dificultando la viabilidad económica y, aún más si cabe, el necesario relevo generacional en el sector agrario.
“Partamos de la alimentación, desde su enfoque global, para fomentar el cambio hacia una sociedad más justa”
Todo ello en un momento de nuestra historia en el que la preocupación por el cambio climático y sus efectos va en aumento. La alimentación es sin duda uno de los sectores que puede verse más afectado por los cambios en temperatura y precipitaciones y otras consecuencias adversas. También un sector con un enorme potencial para poner en marcha medidas de mitigación que permitan reducir la emisión de gases de efecto invernadero y de adaptación para abordar los efectos negativos en la producción y a lo largo de toda la cadena alimentaria.
No menos importante es la prevalencia de enfermedades no transmisibles vinculadas a la (mala) alimentación: diabetes, obesidad, cáncer y un largo etcétera. Y en la otra cara de la moneda, los efectos positivos sobre la salud de una alimentación sostenible, basada en alimentos agroecológicos, de temporada y de proximidad, libres de sustancias químicas nocivas para la salud.
Numerosos desafíos que solo se pueden enfrentar con la colaboración de todos los actores del sistema alimentario y de manera sistémica para conseguir una verdadera transformación social. En unoconcinco, los primeros Encuentros de la Alimentación Sostenible en España, celebrados el pasado 27 de octubre en Madrid, se reunieron muchos de estos actores con diferentes visiones que debatieron sobre estos retos y compartieron experiencias y aprendizajes que nos dan pistas sobre cómo abordarlos.
Hablamos de políticas públicas más sostenibles y participativas, que garanticen el derecho a la alimentación y fomenten el desarrollo económico sin comprometer la preservación de los recursos naturales. En definitiva, la deseada transición ecológica y justa en la que el sector alimentario tiene un rol principal, como demuestran los numerosos proyectos agroecológicos existentes. También de la importancia de generar conocimiento, a través de la investigación y la innovación aplicada para apoyar la generación de modelos alimentarios más resilientes frente a las diversas crisis. Y por supuesto, de la disponibilidad de recursos económicos y, en particular, de la inversión de impacto, que no solo valoran la rentabilidad sino el efecto real de iniciativas que contribuyen a crear una sociedad mejor.
Partamos de la alimentación, desde su enfoque global, para fomentar el cambio hacia una sociedad más justa.