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Desde el año 2000, el gasto en productos ecológicos se ha multiplicado por quince en todo el mundo, hasta hasta alcanzar los 65.000 millones de euros. En España, y según datos del Ministerio de Agricultura y Medio Ambiente relativos a 2015 (los últimos disponibles), el gasto en este tipo de productos aumentó un 19,8%.
España ocupa el noveno puesto en la lista mundial de consumo de productos ecológicos, aunque la conciencia ecológica está al alza en nuestro país: 1,83 millones de hogares españoles compraron algún producto ecológico en 2015, pero únicamente entre 600.000 y 1.000.000 de esos compradores pueden considerarse "mínimamente habituales".
Esta tendencia, conocida en el ámbito anglosajón como ecofriendly, significa optar por productos ecológicos y sostenibles obtenidos mediante modelos y métodos de producción más respetuosos con el medioambiente. En este sentido, desde Manzanas Val Venosta recuerdan que la manzana es una de las frutas "más consumidas del mundo". Así, fuentes de la asociación afirman que la demanda de manzana biológica ha aumentado esta temporada entre un 5% y el 8% en Europa.
Manzanas Val Venosta, uno de los mayores productores de manzana biológica de Europa con su línea "BIO Val Venosta", está percibiendo esta temporada un aumento entre el 5 y el 8% en la demanda europea
En su campaña de difusión de la alimentación saludable y sostenible, la Asociación de Cooperativas Hortofrutícolas de Val Venosta (VI.P- Manzanas Val Venosta), remarca la importancia en la concienciación no sólo de los adultos, también de los niños porque los hábitos alimentarios que se adquieren durante la infancia suelen mantenerse durante la vida.
Además, numerosos estudios demuestran que un consumo habitual de frutas desde edades tempranas puede contribuir a la prevención de enfermedades relacionadas con el estilo de vida. Algunos ejemplos son las dolencias cardíacas, los infartos, las molestias respiratorias o la diabetes, que según la Organización Mundial de la Salud, son la principal causa de mortalidad en el mundo (responsables del 63 % de las muertes) y están influidas por hábitos de vida sedentarios, así como por el origen de los alimentos que se consumen.
Una opción para incentivar hábitos saludables es realizar las compras con los niños, aprovechando ese momento para explicarles las propiedades de cada alimento, su procedencia, los métodos de cultivo o las distintas etapas de la siembra o la recolección. Además, se les puede dejar participar también a la hora de pagar para que se sientan implicados y comprendan el valor de los productos.
Otra idea es hacerles participar en la cocina, diseñando y confeccionando con ellos un menú saludable. O utilizar las frutas como premios cuando tengan un comportamiento positivo o en los juegos. Cualquier excusa es buena para que los niños se puedan familiarizar con hábitos y alimentos que les acerquen no sólo a la alimentación saludable, también a una concienciación ecológica asociada a la nutrición para contribuir a un consumo más solidario y sostenible.