Opinión

"¿Cómo sería un mundo en el que lo justo fuera lo normal?"

​La opinión de Álvaro Goicoechea, CEO de Fairtrade Ibérica
FotoAGoicoechea
Álvaro Goicoechea es CEO de Fairtrade Ibérica.

La palabra sostenibilidad se ha convertido en una de las más habituales en los discursos empresariales y en lo que todos los días vemos y oímos en los medios de comunicación. Y cierto es que cada vez más marcas se suben al carro de la sostenibilidad de la mano de certificaciones como la de Fairtrade, que aspira a alcanzar la justicia social y medioambiental apoyándose en el Comercio Justo como medio para conseguirlo. Certificar cada año cientos de productos sostenibles, porque el consumidor lo demanda cada vez más, es una forma de contribuir a ese planeta sostenible del que tanto se habla. De hecho, las ventas de producto certificado con sello de Comercio Justo han crecido un 330% desde 2015 en España, una cifra que en apariencia es espectacular.

Sin embargo, no es suficiente. España está a la cola de Europa en el consumo medio de productos de Comercio Justo certificados, y aunque los incrementos de los últimos años han sido importantes, lo cierto es que nos queda mucho camino por recorrer. En nuestro país, el consumo medio por habitante en productos de Comercio Justo se situó en 2,90 euros en 2020, cifra que queda muy lejos de la media europea, que alcanzó los 15 euros por persona. Los españoles se quedan muy lejos también del país que más gasta en este mercado: Suiza, con más de 80 euros de media por persona y año. Y es una cifra que, necesariamente, debemos aumentar entre todos, porque nos va en ello nuestra sostenibilidad como individuos y también la del planeta.

“Distribución, marcas y administración: ponérselo fácil al consumidor para comprar productos certificados de comercio justo” 

Nuestro país ha dado pasos de gigante en este sentido, gracias a empresas de distribución, marcas fabricantes y consumidores, quienes juntos, y con el apoyo de la Administración, han logrado avanzar en pocos años. Se comienza a hacer realidad lo que hace poco era solo una quimera: hacer del consumo de productos sostenibles una realidad para cualquier ciudadano. Sin embargo, el camino es largo y nos queda por delante un largo trecho. Necesitamos aumentar el compromiso con las personas, el planeta y el entorno.

Estos últimos meses el mundo ha cambiado y nuestra forma de actuar también ha cambiado. Estamos ante una gran oportunidad para entre todos construir una comunidad global más próspera. Desde Fairtrade trabajamos más que nunca para ayudar a los más vulnerables. Todos nuestros esfuerzos se destinan a cambiar la forma de producción y consumo a todos los niveles, consumidores, empresas e instituciones, y entre todos acabar con las injusticias en el comercio.

Entonces, ¿qué podemos hacer desde organizaciones como Fairtrade Ibérica, desde las marcas y desde la distribución y como consumidores? Sin duda, mucho más. Para empezar, debemos conseguir ponérselo fácil al consumidor, que consiga tener ‘a mano’, de forma sencilla, esos productos sostenibles que le van a ayudar y nos van a ayudar a crear un mejor planeta. Queremos que el consumidor nos encuentre fácilmente, y eso significa estar en más puntos de venta y ganar distribución. Es también muy relevante que consigamos sensibilizar a la población, lo que nos permitirá ganar en notoriedad y conocimiento. La concienciación también nos va a permitir que sean los consumidores los que hagan ‘push’ a las marcas que quieren consumir y les ‘exijan’ esa gama de productos certificados con un sello sostenibles.

“España está a la cola de Europa en el consumo medio de productos de Comercio Justo certificados, y aunque los incrementos de los últimos años han sido importantes, lo cierto es que nos queda mucho camino por recorrer”

Pero también necesitamos un compromiso de las marcas con la sostenibilidad de sus productos. Cada vez más, empresas, ciudadanos y administraciones están comprometidos con esa Agenda 2030 que va a marcar un antes y un después en toda la relación con nuestro entorno, con las personas y con el planeta. Un compromiso que pasa por revisar cada año, y de forma progresiva, todos los productos que pueden tener una fabricación sostenible, desde el origen de la materia prima, hasta la adquisición por parte del consumidor. Me refiero a contar con cadenas de suministro trazables y sostenibles en las que se garantice el respeto y el cumplimiento de los Derechos Humanos, se prohíba la explotación infantil, se paguen precios justos que garanticen medios de vida dignos, se proteja el medio ambiente y se promueva la igualdad de género entre otras cosas.

Una vez las marcas y las grandes cadenas de distribución han hecho parte de su trabajo, es importante que los consumidores también hagan el suyo, que no es otro que comprar con conciencia productos sostenibles, dándose cuenta de la procedencia de los artículos que adquirimos cada día.

Empresas y consumidores, ellos solos, no son nada sin el apoyo de la Administración, que puede ayudar a que ambos, consumidores y empresas, puedan llevar a cabo su cometido común de ser sostenibles vendiendo y comprando productos certificados con sello de Comercio Justo, de una forma más sencilla.

Afortunadamente, cada vez son más los consumidores y empresas que están aumentando la responsabilidad en la sostenibilidad de sus compras y cadenas de suministro, pero es importante que los productores reciban un salario digno por sus trabajo, porque de lo contrario, el comercio dejará de ser sostenible.

Llegados a este punto de la reflexión, muchas veces me pregunto: ¿El mundo es realmente consciente de qué significa consumir productos de Comercio Justo? Porque si realmente se supiera, ¿quién no apoyaría la causa?

El Comercio Justo es un sistema económico solidario de consumo sostenible que se consolida poco a poco en la mayoría de países del mundo, y que tiene el objetivo de actuar tanto a nivel local en los países productores, como en el resto de territorios en los que consumimos, con la finalidad de potenciar un modelo que dinamice la recuperación económica en beneficio de toda la sociedad.

Sin duda, colaborando con el pequeño productor de café o cacao, por ejemplo, también se ayuda al comercio local a tener productos sostenibles en sus establecimientos.

Ahora más que nunca es el momento de apoyar al Comercio Justo para conseguir una transformación de la realidad social, medioambiental y económica.

Por eso, desde Fairtrade buscamos ser una certificación sostenible que permita a los fabricantes y a las cadenas de distribución garantizar a los consumidores que los artículos sostenibles que adquieren lo son y proceden de ese intercambio justo con el productor. Si todos luchamos por conseguir que los derechos sociales y medioambientales sean respetados, Fairtrade ya no tendría sentido de existir… y en Fairtrade tenemos el objetivo de no existir.

EL FUTURO (PUEDE SER) JUSTO

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