Revista
La Inteligencia Artificial no solo facilita el análisis y la gestión de datos, sino que transforma la relación con el canal del Food Service, en particular para las empresas de Gran Consumo, permitiendo generar un mayor valor y nuevas oportunidades de negocio.
La IA puede convertirse en un potenciador de nuevas oportunidades dentro del canal Food Service para las empresas de Gran Consumo. La incorporación de la inteligencia digital en este canal permite conectar mejor con los clientes, entender sus necesidades en tiempo real y ofrecer soluciones ajustadas a esas necesidades de forma ágil y personalizada. Este conocimiento más profundo del cliente, sumado a la capacidad de reconfigurar el modelo de negocio, facilita la creación de relaciones más sostenibles y rentables.
La inteligencia digital no solo mejora la operativa, sino que permite replantear cómo nos relacionamos con el cliente y cómo generamos valor de nuevas maneras que antes no eran posibles.
El uso de la inteligencia artificial en el Food Service tiene dos enfoques principales: la optimización operativa y la generación de nuevos modelos de negocio. Si bien la mejora operativa es el primer paso adoptado por muchas empresas, con la digitalización de procesos y la reducción de costes, el verdadero valor añadido reside en cómo la inteligencia digital puede integrarse profundamente en el modelo de negocio. Este enfoque no solo mejora la eficiencia, sino que permite explorar nuevas formas de generar ingresos y establecer relaciones más sólidas y relevantes con los clientes.
En el contexto del canal Horeca, la inteligencia digital repensar el modelo de relación con el cliente. No se trata únicamente de aprovechar la tecnología para optimizar procesos, sino de entender cómo esta puede crear nuevos servicios y oportunidades, aumentando nuestra relevancia en el mercado. La clave está en convertirse en un socio esencial para el cliente, ofreciendo soluciones que hagan más robusto su negocio y, por ende, fortaleciendo nuestra posición en el mercado.
“El uso de la inteligencia artificial en el Food Service tiene dos enfoques principales: la optimización operativa y la generación de nuevos modelos de negocio”
Hay 3 elementos fundamentales que definen los diferentes momentos o puntos de interacción con el cliente, no a través de la oferta sino a través de entender al cliente. Estos elementos son: el qué vendo, a quién lo vendo y cómo lo vendo.
La primera de las tres áreas clave, "qué vendo", se centra en afinar la oferta para hacerla más relevante para el canal y el cliente. Es crucial conocer en detalle las necesidades de los clientes para identificar qué parte de la oferta tiene el mayor potencial para ser rentable y qué productos o servicios no aportan tanto valor. Esta diferenciación permite adaptar la oferta personalizándola en cuanto a tipología de producto, formatos y otras necesidades específicas.
No solo se trata de ofrecer productos, sino también servicios añadidos que se pueden facturar y que permiten establecer relaciones más estrechas y sostenibles con los clientes. Aquí es donde la inteligencia digital juega un papel decisivo, al permitir analizar en profundidad qué formatos y referencias son más relevantes para cada cliente, en qué momento ofrecerlos y cómo gestionar su entrega de manera óptima. La tecnología también abre la puerta a la creación de nuevos modelos de servicio, como modalidades de pago por uso o depósito, que añaden un valor financiero basado en un análisis profundo del cliente y su comportamiento. Al entender mejor el impacto y relevancia de nuestra oferta y servicios, podemos optimizar el proceso de venta identificando soluciones personalizadas para cada cliente.
En el "a quién vendo" se trata de identificar de forma estratégica quiénes son los clientes con mayor potencial de desarrollo para el negocio, no en términos de volumen, sino de valor.
El objetivo es priorizar a aquellos clientes donde se puede crear una relación sólida y sostenible, entendiendo su actitud frente a nuestra oferta y clasificándolos más allá de la simple tipología de establecimiento o facturación.
Para ello, es fundamental realizar una segmentación precisa basada en actitudes y comportamientos. Esto implica recopilar y gestionar datos relevantes para comprender mejor cómo responden los clientes a nuestra oferta y cómo varían sus comportamientos a lo largo del tiempo.
Aquí, dos elementos son clave: la captación de información precisa y su gestión a través de inteligencia de negocio, para crear un perfil dinámico del cliente que permita prever sus necesidades y adaptarnos rápidamente a sus cambios.
La última de las claves se centra en el “cómo lo vendo”, lo cual no se limita únicamente a la logística, sino que abarca cómo nos relacionamos con nuestros clientes, cuál es nuestro modelo comercial y cómo maximizamos su efectividad.
No se trata solo de organizar internamente a nuestro equipo de ventas, sino de ofrecerles herramientas que les permitan maximizar cada interacción con el cliente. Aquí es donde la inteligencia digital se convierte en un aliado indispensable.
No estamos hablando de ofrecer lo mismo a todos, sino de ser capaces de identificar las diferencias entre clientes, sus expectativas, y adaptar nuestra oferta para satisfacer esas particularidades.
La inteligencia digital nos facilita gobernar esta complejidad: nos ayuda a gestionar diversas tipologías de clientes, ofertas y niveles de personalización. Al hacerlo, optimizamos no solo el proceso de venta, sino también la relación a largo plazo con el cliente, generando valor a través de una interacción más eficiente y personalizada.
“La clave está en convertirse en un socio esencial para el cliente, ofreciendo soluciones que hagan más robusto su negocio y, por ende, fortaleciendo nuestra posición en el mercado”
La venta también debe considerar el componente logístico. En la actualidad, existen múltiples modelos sofisticados de gestión logística que pueden integrarse en el proceso comercial para mejorar tanto la entrega como la relación con el cliente.
En definitiva, la inteligencia digital, y en particular la inteligencia artificial, no solo nos permiten gestionar la complejidad de la oferta y las relaciones con los clientes, sino que nos ayudan a ir más allá de la simple eficiencia operativa. Estas tecnologías nos ofrecen la oportunidad de diferenciarnos y aportar un valor añadido único a nuestros clientes, lo que a su vez genera nuevas oportunidades de negocio.