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Asedas ha presentado sus III Indicadores de sostenibilidad, ‘El camino del supermercado hacia la economía circular’, en el que se analizan los avances en cuestiones como la eficiencia energética o el desperdicio alimentario, entre otros. Destacan el descenso en el índice de desperdicio alimentario, que se sitúa en el 0,45%, frente al 0,6% del año anterior.
Este cálculo se ha hecho sobre una estimación de más de 15 millones de toneladas de alimentos distribuidos por los supermercados y por los mayoristas de alimentación, unos dos millones de toneladas más que el año anterior. Este dato pone en valor los esfuerzos en la digitalización en el control del surtido y las mejoras logísticas. “Las empresas han hecho un grandísimo esfuerzo en uno de los indicadores claves para la distribución de alimentos. A pesar del incremento del volumen de mercancías puesto a la venta y de factores externos imprevistos, como fenómenos climáticos, la prevención a largo plazo y la digitalización están dando grandes resultados en esta materia”, señala María Martínez-Herrera, directora de Sostenibilidad de la Asociación Española de Distribuidores, Autoservicios y Supermercados.
Además, el índice de residuos valorizados, incluyendo orgánicos y no orgánicos, como plástico, papel y otros, alcanza el 91,7% frente al 91% del año anterior. La valorización de residuos incluye el reciclaje de materiales y, en el caso de los alimentos, la derivación a piensos para alimentación animal o energía, entre otros.
Respecto a los envases domésticos o primarios, el material reciclado en los envases puede llegar hasta un 50% del total. En promedio, contienen un 22% de material reciclado, mientras que los envases comerciales alcanzan hasta un 47%. Estos últimos registran una tasa de reutilización del 64%, frente al 55% del año anterior. Por su parte, el objetivo en los envases domésticos es alcanzar, al menos, un 25% de plástico reciclado; aunque algunas empresas reportan ya un avance del 17 al 24% en 2024.
María Martínez-Herrera: “Las empresas han hecho un grandísimo esfuerzo en uno de los indicadores claves para la distribución de alimentos. A pesar del incremento del volumen de mercancías puesto a la venta y de factores externos imprevistos, como fenómenos climáticos, la prevención a largo plazo y la digitalización están dando grandes resultados en esta materia”
Otro indicador relevante es la inversión anual destinada a medidas de eficiencia energética, que se sitúa en 2024 en un 4,89% de las inversiones totales de las empresas. La cifra se estabiliza, recuperando valores de años anteriores, tras el esfuerzo inversor del año 2023, condicionado por la crisis energética e inflacionista y que alcanzó el 29%. Las empresas están recogiendo los frutos de estas acciones en forma de reducción de los importantes costes operativos derivados del gasto energético. Entre las iniciativas destaca que muchas compañías extraen ya la totalidad de la electricidad que usan de fuentes renovables, especialmente de origen solar.
La huella de carbono registra una reducción del 16,63% respecto a 2019. Sin embargo, si tomamos la huella de alcance 1 y 2 (emisiones de gases de efecto invernadero), ésta ha aumentado un 3% respecto a 2023, lo que puede ser debido al incremento en el número de tiendas (352 sobre 2023) y superficie comercial (1,7% más) y al aumento de alimentos puestos en el mercado. A pesar de ello, el impacto medio por supermercado se ha reducido, lo que significa que los nuevos establecimientos son más eficientes y sostenibles y el esfuerzo inversor está dando sus frutos.
Respecto a los envases domésticos o primarios, el material reciclado en los envases puede llegar hasta un 50% del total. En promedio, contienen un 22% de material reciclado, mientras que los envases comerciales alcanzan hasta un 47%
En la reducción de la huella de carbono también influyen importantes avances logísticos: modernización y electrificación de flotas, hasta el 98 por ciento de etiquetas medioambientales Cero y ECO en las flotas propias, optimización de rutas de transporte o reducción de consumo de combustibles fósiles, entre otras.
Junto a ello, las empresas están acelerando la instalación de cargadores eléctricos, incluidos cargadores ultrarrápidos en plataformas logísticas, con un alto impacto medioambiental en emisiones de CO2. Se calculan más de 4.000 puntos de recarga ya instalados en los aparcamientos de los supermercados en España. Sin embargo, en este punto, existe una gran incertidumbre normativa, lo que supone un freno al desarrollo de estas iniciativas, además de una dificultad añadida a la hora de trasladar al consumidor la disponibilidad de este servicio.